Lo
ha vuelto a hacer. Mulafest ha superado el listón un año más. Ni los 40 grados
que amenazaban sobre la capital han podido con él y de nuevo, ha acogido a
miles de asistentes con ganas de disfrutar de esta cuarta edición del que ya
es, el festival de cultura urbana por excelencia.
Las
proximidades del IFEMA siguen como siempre, las banderas de la entrada ondean
como pueden bajo el calor sofocante, como queriendo abanicarse entre ellas y el
conserje de la entrada sigue vigilando que no entre al recinto ningún coche que
no tenga autorización para ello. Hasta ahí, sigue siendo IFEMA. Sin embargo,
cuando llegas frente a la entrada de prensa y las taquillas, puedes comprobar
que lo que antes era una explanada, ahora se ha convertido en un escenario
enorme patrocinado por Desperados.
La gente
hace cola para comprar su entrada y es que, aunque salieron hace meses, todavía
quedan algunos rezagados que no han podido resistir la tentación de pasarse, al
menos un día, por este festival que ya marca tendencia.
Hace
cuatro años, Mulafest se presentaba como un colega alternativo, algo tímido
pero con personalidad y que quería instalarse en los ‘madriles’. Ahora, los
amigos le llaman Mula y de tímido no tiene un pelo; sale en las televisiones,
en los periódicos, en miles de perfiles de instagram… y ha conseguido ser más
castizo de lo que aquel junio de 2012 habría imaginado.
Hace
cuatro años los pasillos los llenaban las chaquetas de cuero, las pieles llenas
de tatuajes y los sprays de colores. Y hoy, entre esos incondicionales se
mezclaban adolescentes, jóvenes, adultos, padres y madres con niños, algún
abuelillo que otro y cientos de curiosos y aficionados a este mundo de lo
alternativo.
Dentro,
en el pabellón 12, se encuentra uno de los espacios más veteranos del festival:
El Garaje.16.000 metros cuadrados llenos de brillantes joyas sobre ruedas.
Aquí se concentran los mejores artesanos del hierro y los mejores tubos de
escape del país. Tubos que por cierto, componen, durante los 3 días la banda
sonora de todo este pabellón. Mientras los rugidos de motor se mezclan con la
banda que toca al fondo, las bicicletas, más silenciosas pero igual de
ornamentadas, pasean entre los huecos de este inmenso garaje.
Las
paredes, por supuesto llenas de murales de artistas como Boamistura, abrazan el
espacio en el que también hay hueco para la tecnología, la impresión 3D
(Los hacedores), los proyectos de estudiantes de diseño y arquitectura y las
ilustraciones del concurso de Educación Vial de la DGT.
Más
allá, en el pabellón 14, la banda sonora es algo diferente. Un vibrato
constante y agudo da la bienvenida a todos los amantes del tattoo. Y ahí, en
más de una veintena de cabinas, el cuerpo se vuelve lienzo y los tatuadores,
artistas. Las bobinas y las agujas son las protagonistas y las caras de dolor
brillan por su ausencia. La satisfacción de estar siendo tatuado por uno de los
mejores tatuadores del mundo, supongo, que gana al dolor de la tinta en la
piel.
Las
artes plásticas y escénicas se cuelan también en este pabellón y comparten
techo con ágiles ninjas del parkour. El arte urbano, a diferencia de años
anteriores, pasa a un formato más serio, más… de arte y menos de urbano. Deja
los muros y las paredes para ser colgado y enmarcado en los stands de las
galerías (Espositivo, Swinton&Grant, Gunter Gallery, La Fiambrera y CombustiónEspontánea).
Y entre
otras muchas novedades, el espacio Experimenta-tú, un circuito para descubrir
este arte desde cerca y conocer su técnica en primera persona. No hablo
siquiera de la gran apuesta que ha hecho la organización este año por la música
ya que ha sido el punto fuerte de esta edición y daría para otro artículo
completo. Solo basta con mirar el cartel y los horarios. Músicos de la talla de
Jon Hopkins, Hudson Mohawke, Rhye o Evian Christ han sido los encargados de
poner punto y final a la jornada mula e inaugurar la noche hasta las 6 de la
mañana cuando el sol mandaba a cada mochuelo a su olivo.
Sería
imposible contar todo lo que ocurre en MULAFEST y todo lo que te puedes
encontrar. Por eso, la única manera de saber lo que realmente significa la
comunidad MULA, es comprando la entrada anticipada para la siguiente edición y
pasear por este clima alternativo y urbano que se respira en plena capital bajo
los rayos estivales.
Eso
sí, Mulafest ha dejado claro que en Madrid sí hay playa, por lo menos, cuatro
días al año.
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