miércoles, 19 de agosto de 2015

'Lata 65', abuelos grafiteros con bastón



 En una mano el bastón; en la otra el spray. 

Así se acercan ‘Lata 65’ a los muros. Despacio, con cautela y luciendo una mascarilla blanca en la boca, como auténticos grafiteros de barrio. Muchos rondan los 80 años, pero cada paso que dan hacia la pared, es un año que se quitan de la espalda. Rejuvenecen ellos y rejuvenecen la pared con sus colores. Un toma y daca.

Son de Lisboa, una de las ciudades más prolíficas en cuanto al street art europeo, y desde esta primavera ya son un colectivo más de arte urbano en tierras portuguesas. Se hacen llamar Lata 65, por la edad de jubilación en el país luso -cuando se creó el colectivo, ahora ya es más avanzada- y porque allí, lata, no sólo hace referencia a los botes de pintura, sino también a los 'desvergonzados'. Y es que, estos abuelos rebeldes -sin verguenzas- quieren demostrar que la edad es sólo un número y que si ahora los hipsters hacen ganchillo y juegan al dominó, porqué no empezar ellos en el street art, un mundo que, hasta hace no mucho, estaba protagonizado por muchachos de no más de 40.

Los demás artistas se han quedado como los que leen la noticia de estos abuelos graffiteros; boquiabiertos, y en vez de tomarla como una anécdota pasajera, se han implicado y han colaborado con Lata 65 en múltiples talleres para enseñarles los secretos de este arte; la distancia de aplique, la presión del difusor, la definición de las líneas, el stencil… 

La arquitecta Lara Seixo Rodrigues es quien
 está detrás de este colectivo y con él quiere animar a los más mayores a seguir activos y encontrar puntos de unión con otras generaciones. Lara, promotora del Woolfest (Festival de Arte Urbano de Covilhã) organiza estos talleres. Duran dos días y la formación consta de dos partes: una teórica donde los sénior estudian ciertos conocimientos del arte urbano, crean su tag y preparan sus dibujos, y una parte práctica donde toca pringarse las manos en el escenario más grande del mundo: la calle.

Maria Luisa Blanca, una de las participantes de Lata 65,  es profesora en el Centro de Artes Decorativas y ya está acostumbrada a las tintas, pero confiesa que nunca se había enfrentado a un muro con un spray en la mano. “Ahora voy a pintar con mis alumnos todos los muros de mis clases”, dice entusiasmada. Mientras, Hortense Pacheco no puede esconder una sonrisilla cuando le preguntan si es la primera vez que pinta una pared. “Ya he pintado en las calles, pero no puedo decir cómo, es un secreto”, asegura riendo. “Sea como sea, es importante para fomentar la creatividad, la imaginación y para querer seguir adelante y no parar jamás”, concluye otra de las abuelas del colectivo.

Los profesores del taller aseguran que no hay alumnos mejores que ellos. “Tienen curiosidad, escuchan sin pestañear y aprenden muy rápido. ¡Parecen niños!”

Y es que, a veces, los niños se esconden bajo el pelo blanco, las arrugas, los bastones y las gafas de culo de vaso. Ahora ellos, como sus barrios, han rejuvenecido y ven la vida, como visten ahora sus calles; de otro color.

No hay comentarios:

Publicar un comentario