Como no podía ser de otra manera, esta entrevista
tuvo lugar en La Latina, barrio de nuestro protagonista y escenario y fuente de
inspiración de alguna de sus canciones.
A la luz
de un sol madrileño y con temperaturas “veroñales”, Luis me recibe en una
terraza con un café solo con hielo y una paella por tapa.
Se muestra tranquilo, algo tímido y curioso por el
medio para el que realizo la entrevista. Al descubrir que estuve en Cracovia de
Erasmus, se le abren los ojos y confiesa que justo la noche anterior estuvo
leyendo una parte del libro La doctrina del Shock, de Naomi Klein, en la que
habla de la transición de Polonia y que le gustaría saber la continuación de
aquello, “paranoias mías”, bromea.
Le pregunto por su experiencia como poeta, como
autor de su primer libro de poesía Te odio como nunca quise a nadie.
¿Cómo te
sientes más cómodo; ante un folio en blanco o en el escenario ante la guitarra,
el micro y tu público?
Luis Ramiro: Estoy a gusto de las dos formas, pero
es diferente. Cuando estoy escribiendo, estoy solo y me siento cómodo, pero
sabes que ese poema no lo va a cantar nadie. Cuando compongo, tiene un
componente añadido que lo hace más bonito aún y es que sabes que no se va a
quedar en el papel sino que la vas a cantar. Me encanta cuando sale un buen
poema, pero me emociona más cuando sale una buena canción. Aunque haya escrito
un libro de poesía o vaya a escribir más, en realidad, a lo que me dedico es a
la música.
¿Una
buena canción como cuál? ¿Con cuál te quedas?
L.R.: Es complicado quedarse con una. Estoy
orgulloso de varias, pero me quedaría con Perfecta o Relocos y recuerdos,
canciones que le gustan a la gente y que creo que quedaron redondas.
Luis es un tanto ecléctico, muy abierto musicalmente
hablando. “Escucho de todo- asegura-, escucho música desde que nací y siempre
muy diferente” Y es que este cantautor con aire bohemio e interesante,
perteneció en su juventud a grupos de death metal, hasta pop gótico, pasando
por otros de fusión de reggae y rumba.
“Ahora escucho mucho a Paolo Nutini, un cantautor escocés
muy famoso en Inglaterra, pero, desgraciadamente, en España no se le conoce. Es
una maravilla.” Confiesa que siempre tiene tres discos que escucha durante una
temporada y que después va variando incluyendo algunos más antiguos con cosas
más nuevas que desconoce y que le interesan. “Ahora estoy con Paolo, Lana del
Rey y Tom Waits”.
Sin embargo, los grupos de ámbito nacional son con
los que ha crecido y los que han marcado los momentos importantes de su vida y,
por tanto, con los que se queda. “A Extremoduro les vi por primera vez hace 22
años, en la sala Canciller. Yo tenía 16 años y recuerdo haber vivido mi
adolescencia escuchando sus canciones.” Se considera también un gran admirador
de Love of Lesbian y es que, aparte de grandes artistas, “son majísimos”.
Otro de sus grupos preferidos es La Buena Vida, un
grupo vasco considerado, junto con Los Planetas, fundadores del movimiento
indie.
Es salir la palabra indie y al de Villaverde se le
vuelven a abrir los ojos, como si lo estuviera esperando, y seguidamente dice:
“Cuando antes hablabas de algo indie, era porque se trataba de grupos independientes,
de ahí la palabra -explica. Y algo indignado continúa- Ahora lo indie no es
indie porque tiene apoyo de las multinacionales. Aunque ese grupo no salga en
los 40, sale en Radio3, tienen un apoyo de cartelería y publicidad en revistas,
periódicos… Con lo cual no eres indie, eres comercial”.
No. Luis no está en contra del movimiento indie,
pero asegura que si realmente quieres vivir de tu música, necesitas, en parte,
venderte y promocionar tu trabajo más allá del boca a boca. “El 99% lo hacemos.
Solo un 1% consigue ser indie de verdad”.
Entre risas zanja el tema con cierto tono de
admiración confesando: “¡Extremoduro sí que era indie, haciendo crowdfunding antes
de que existiera internet!”
Ya son 10 años los que Luis Ramiro lleva dedicando
sus días y sus noches a la música. Diez años llenos de esfuerzos, barreras y, a
la vez, recompensas y gratificaciones. Algunas de la talla de Luis Eduardo
Aute, Carlos Chaouen, Pedro Guerra o Ismael Serrano. “Ver cómo Aute canta
una canción mía, elegida por él, es algo muy especial que no puedo describir
bien. Para mí Aute es una institución, uno de los maestros de la historia de la
música de España y que él me dijera que Annie Hall le parecía una canción muy
buena, es un motivo de orgullo muy grande que no olvidaré nunca. Fue increíble
escucharla en su voz”.
En tu Canción
Definitiva dices algo como: No quiero estar desnudo para que me veáis por
dentro. ¿Cómo es el Luis Vicente Ramiro al desnudo, qué esconde el Luis Ramiro
de los escenarios?
L.R.: En el escenario adopto un papel que no tiene
nada que ver con lo que soy realmente. Ya lo decía Urquijo en la canción de los
secretos: Cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario.
Cuando nos bajamos del escenario, todos somos vulgares. En realidad, soy súper
tímido, frío y retraído. Sin embargo, en el escenario me sale una vena cómica
que solo la tengo con mis amigos íntimos. Al principio lo pasaba muy mal
tocando delante de la gente; me temblaban las piernas, las manos y todo y pensé
que no podía dedicarme a eso. Y poco a poco me fui acostumbrando. Veía que al
contar un chiste, la gente aplaudía y se reía y el ambiente se distendía. Creo
que lo cogí como mecanismo de defensa para acostumbrarme…Soy como lo contrario
de Ivan Ferreiro, que es un amor, súper cariñoso, humilde y cada vez que me ve,
me abraza. Es un amor de persona, de verdad, es increíble.
Ese mismo
tema hace referencia a una canción que te hizo morir estando vivo. ¿Qué canción
fue?
L.R.: Creo que Exit Music, de RadioG. Tengo el
recuero de la primera vez que la oí. Llevaba un discman por la calle y me tuve
que parar para escucharla. Se me pusieron los pelos de punta, me puse a llorar
y me elevé por completo.
Comenta que con Peces de ciudad, de su compositor
por excelencia, su Sabina, le ocurrió algo parecido. “Con la canción Cuando era
niño, de Serrat o Aquellas pequeñas cosas lloro siempre, no puedo evitarlo”.
La fama de cantautor nunca ha ido de la mano de la
fidelidad, así que quise ir al grano y preguntarle personalmente.
Si tienes
100 canciones que hablan de mujeres diferentes, y supuestamente las canciones
de los cantautores se basan en experiencias… significa que te has acostado con
más de un centenar de mujeres?
L.R.: Qué va. La fama esa de golfo de los
cantautores no es del todo cierta. Por ejemplo, yo tuve una novia a la que le
escribí más de 50 canciones de amor, de desamor… Así que las cuentas no salen.
Un escritor dijo que solo se necesita un desamor para escribir libros de amor
durante toda la vida. La gente piensa que todo es autobiográfico, pero no
siempre. Suele haber también medio verdades.
Y para
terminar… un tema polémico pero de plena actualidad. ¿Qué opinas de la
situación política actual? ¿Y de Podemos?
L.R.: Pienso que falta moral en la clase política y
que nos han estafado. Eso sí, esos que nos han estafado, los poderosos, piensan
que la situación en la que vive un país se puede perpetuar, pero la gente
termina cansándose de una forma o de otra. Nadie pensaba que el imperio romano
iba a caer, y el imperio terminó cayendo.
Por ese sentimiento de cansancio y hartura surgió
Podemos. Yo he votado a Podemos en las elecciones europeas y, de momento,
pienso votarles en las generales. Ahora, desde los medios de comunicación se
les demoniza y se les acusa de que sus propuestas son imposibles. Lo que pienso
es que cuando algo parece más humano y más sensato se dice que es irreal. Y lo
que es irreal es que el 50% de los jóvenes de este país no tengan trabajo. Puedo
ponerles pegas, pero puedo ponerles muchas más a los partidos ya existentes. De
momento son los que me convencen más. Yo no me caso ni con Podemos ni con
nadie, pero al menos es algo diferente y lo menos malo del momento.
Y así es como el de San Cristóbal terminó su café
solo, respondiendo sin miedo y con decisión. Apago la grabadora y, como siempre
ocurre cuando se apagan los focos, Luis me lanzó una exclusiva. Pero no
olvidemos que la deontología es una de las protagonistas de nuestra profesión y
que la ética periodística me obliga a guardar, con mucho gusto, ese off the
record que Luis Ramiro nos regaló.
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