Un
gigantesco evento que combina espectáculos, talleres, formación, competición y
ocio en un mismo recinto; el Hotel Madrid Marriott Auditórium el hotel más grande de Europa, que, después de
su reciente renovación (con una inversión de 25 millones de euros) y adhesión a
la cadena Marriott International, lució un nuevo interiorismo (mucho más
minimalista y moderno) diseñado por Requena y Plaza.
Han
sido más de 7.000 personas de 50 nacionalidades diferentes las que han
conquistado el parqué madrileño para bailar al ritmo de salsa, bachata y
kizomba hasta la madrugada del 8 de noviembre (en la fiesta de clausura en Cats). Tres días sin parón que valga,
donde el plato fuerte tuvo lugar la noche del 7 de noviembre, con la II Edición
del Campeonato del Mundo de Salsa “World Salsa Masters”.
“Esto
es algo con lo que llevo soñando desde que tenía quince años” confesaba el
chileno en el camerino. Y es que, cuando Pablo Vilches, organizador y creador
del evento pronunció sus nombres y Adrián y Anita, campeones de la anterior edición les entregaron el premio, ninguno de los dos pudo evitar la emoción y
las lágrimas ya que por problemas familiares y diferentes contratiempos, no
habían podido preparar la competición como les hubiera gustado.
La
valenciana tardó algo más en asimilarlo y ya detrás del escenario seguía en
shock, con el premio reposando en el tocador y los papeles del cheque sobre la
mesa esperando a ser firmados. “Luis, ¡que hemos ganado!” repetía la bailarina
como para autoconvencerse de la noticia.
Y ya
entre risas, confesaba el chileno: “menos mal que me he puesto los calzoncillos
negros, porque en medio de la actuación se me han roto los pantalones” decía
mostrando un imperdible que los sujetaba por la bragueta.
Emocionados
todavía dedicaron el premio a su familia, alumnos, seguidores y “a toda la
gente que ama el baile”.
La
competición terminó, pero la fiesta continuó repartida en los múltiples salones
del hotel, donde la salsa, la bachata y la kizomba no dejaron de sonar hasta
las 11 de la mañana.
Parecía
como si esos zapatos de tacón bajo, de unos 7 cm de altura, dieran a los
asistentes un poder sobrenatural para aguantar bailando sin descanso, con
cualquiera que pasara por delante, sin importar edad, altura y nombre. Con un
simple: ¿Bailas? era suficiente para pasar los dos minutos de la siguiente
canción bailando con una compenetración digna de los mejores escenarios.
Con
tacones o sin ellos, este festival, uno
de los congresos más importantes de baile de Europa, consigue que Madrid deje a
un lado su ritmo más vertiginoso y se mueva, por unos días, en clave de son.
Más fotografías en: Patricia Munoz Photography
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