Diseñadores como Adolfo Domínguez, Ágatha Ruiz de la Prada, Andrés
Sardá, David Delfín, o Roberto Verino, son algunos de los muchos que nos han sorprendido
con sus colecciones en la pasarela Cibeles. Una pasarela que se caracteriza por
lo arriesgado y lo sorprendente y la cual, algunos diseñadores califican como
“una gran fábrica de sueños”.
Sin embargo, en esta edición faltaba alguien; Jesús del Pozo. Uno
de los grandes del mundo de la moda, que nos dejó el pasado 13 de agosto de
este año pero que no por ello la pasarela prescindió de sus obras de arte. La
Cibeles, su taller y su lugar de trabajo, fue testigo de su colección póstuma.
Jesús no estaba, pero nos dejó su legado. Se trata de una colección elegante
que ensalza la figura de la mujer y en la que no faltó sensualidad y
sofisticación femenina. El desfile terminó con unos asistentes emocionados y
levantados en su memoria, regalando lo que un diseñador más agradece. Los
aplausos.
Podríamos hablar de las colecciones, del desfile de cada diseñador
y las prendas más sorprendentes, sin embargo, ésta vez vamos a ir más allá,
concretamente al Back-Stage. Me propongo contaros qué pasa ahi detrás, entre
bambalinas, donde sólo unos pocos pueden acceder.
El recinto de la Cibeles era inmenso. Había multitud de stands de
diferentes firmas de moda, revistas, productos de belleza... Uno de los que más
éxito tuvo fue el de Telva, en el que había una ruleta de la suerte que siempre
tenía premio. Había colas inmensas para conseguir un champú, un bolso o un gel
para un secado más rápido del cabello.
YoDona se encargaba de suministrar a los asistentes de bolsas
originales con la portada de su revista. Después de cada desfile, aquello
parecía un mercadillo, con gente colándose y empujando por conseguir una de
esas bolsas tan fabulosas.
Loreal o GHD, se encargaban de enseñarnos los mejores trucos de
peluquería y maquillaje. Aquellos que pudieron disfrutar de un asesoramiento y
una sesión de maquillaje gratis, salieron encantados.
Y reunidos en el Showrrom, se encontraban 40 talentos emergentes
que exhibían sus propuestas con venta directa al público. Realmente alucinante
algunos de ellos. La originalidad y lo arriesgado abundaban en el Cibelespacio
de EGO.
Fuera todo era espectacular, pero por detrás de esas paredes había
algo más. Se accedía por una puerta pequeña, del mismo color de la pared y la
cual estaba vigilada por un hombre de unos 2 metros de alto y uno de ancho. Sin
embargo, esa postal, hacía que todo aquello que se ocultaba entre las paredes,
pareciese aún más tentador.
Cuando cruzas esa puerta, todo cambia. Hasta el aire, que parece
que falta y que en cualquier momento se va a acabar. Los nervios, la tensión y
las prisas se pueden respirar y ver a alguien gritando o corriendo con unos
tacones de 12cm, no era algo raro.
En los pasillos se sucedían puertas anchas en las que colgaba el
nombre de cada diseñador. Eran los vestuarios, el taller del diseñador, el
verdadero lugar donde se encuentran las obras de arte y donde el artista ultima
sus diseños.
Os contaré como curiosidad, que conseguí entrar en el de Victorio
y Luccino en pleno ajetreo. Ambos daban órdenes a los modelos y les explicaban
cómo habían de moverse por la pasarela. Otros cosían y daban los últimos
retoques. Otro incluso, cortaba el pelo a un modelo mientras este se vestía.
Era una carrera a contrarreloj que finalmente terminó con una victoria
clarísima de los diseñadores.
Otros vestuarios estaban desiertos. Tranquilos todavía porque las
prendas no saldrían a pasarela hasta dentro de unas horas. Pero aun así, todo
estaba preparado al detalle, colocado y listo para ser desfilado.
Allí nadie estaba de brazos cruzados. Todo el mundo tenía algo que
hacer y tenía que hacerlo cuanto antes. Eso sí, el cansancio de horas y horas de trabajo también estaba presente...
Maquillaje y Peluquería… eso es otro mundo. No hay sitio en el que
puedas apoyarte, todo está repleto de iluminadores, coloretes, sombras,
colores, paletas, lacas, peines, secadores... Todos a una maquillaban y
peinaban al mismo tiempo, utilizando el mismo maquillaje y los mismos rulos
para todas las modelos. Todas debían quedar igual y al gusto del diseñador. Ahí
si que había gritos y órdenes. “El tono 37 de carmín para los labios y el 15
para los pómulos. ¡YA!”. Pero nadie se estresaba, todos a su ritmo y
concentrados hacían su trabajo meticulosamente para que todo saliese perfecto.
Y llegamos al lugar con más magia, en mi opinión, de todo el
recinto. Un lugar lleno de talento, de palabras, de prisas, de actualidad, de
información al segundo; de información al fin y al cabo. Llegamos a la sala de
prensa. Cada uno con su ordenador, su libreta. Luchando por tener la mejor
información, la mejor declaración y la mejor foto del desfile. Contando lo que
ocurre y tecleando sin parar. Disfruté de la estampa, del sonido de las teclas,
de ver como contrastaban la información y como releían su noticia para
cerciorarse de que era lo mejor que podían escribir. Y fue ahí donde volví a
comprobar que deseaba estar ahí, algún día tecleando información para ser leída
por muchos después.
Y dejando este sentimentalismo de futura periodista, sigamos con el
desfile.
Todo estaba en su lugar, todo preparado para mostrarlo a los
invitados. La televisión, la radio, periodistas corriendo, diseñadores con el
fitting, y modelos concentrados. Todo un año de trabajo para 30 minutos de
pasarela. Es todo o nada. Es el momento de ver el resultado. Diseñador y
modelos esperan detrás de la pasarela y mientras desfilan, todos observan por
una televisión lo que pasa al otro lado. Finalmente el modisto sale al concluir
el desfile y es felicitado por todo su equipo.
Después de tanto estrés Absolut era el encargado de tranquilizar
un poco a las celebridades con un coctel, tengo que decir, riquísimo. En el
kissinRoom, los artistas e invitados VIP charlan entre ellos dando la enhorabuena al diseñador.
Y esto es lo que ocurre detrás de esas paredes oscuras y
resguardadas por hombres de 2 metros. Esto es lo que ocurre en el mundo de la moda, entre bambalinas.
Todas las fotos de la Cibeles Fashion Week en: http://patriciamunoz.smugmug.com/
Si es que Cibeles es genial, para los que nos gusta de verdad la moda y no es algo pasajero en nuestras vidas, Cibeles es un gran sueño hecho realidad. Poder presenciar un desfile en persona es símbolo de diferentes sensaciones en mi interior.
ResponderEliminarUn abrazo
Nacho