“Aterriza”.
Así, con ese lema, llegamos a Guadarrama y comenzamos el campamento. 10 días en
convivencia en los que nadie sabía que iba a pasar. Como siempre, todo era sorpresa y día
a día iríamos descubriendo poco a poco cosas y experiencias nuevas.
Como
el lema decía, aterrizamos y nos asentamos en nuestras tiendas, en nuestra
pradera. Empezamos a conocer el lugar y a conocer a las personas que en los
próximos días iban a ser nuestros compañeros.
Pasado
el primer día, en el que todos estamos todavía un poco desconcertados, llegaron
los demás despertares y poco a poco hacíamos de la pradera nuestro hogar. Nos
acostumbramos a los horarios, a las distancias, a identificar de quien era cada
tienda, como si de apartamentos se tratasen, los bichos se convirtieron en un
vecino más y las esterillas en el mejor colchón para echarse una siesta.
Amaneceres,
juegos, desayunos, cafés, gymchanas, confesiones, juegos, lloros, sonrisas…
Manos que se ayudan, ojos que se miran, voces que se unen, risas que suenan al
compás de un aplauso, silencio que grita serenidad, oraciones que emocionan,
reflexiones que consiguen que nos paremos a pensar… Y después de todo eso, ya
no éramos compañeros. No. Nos
convertimos en una comunidad, en una gran familia.
Como
un día decía la oración, somos una comunidad donde quienes ríen en común
intercambian favores; donde bromeamos juntos y juntos estamos serios; donde se
aprende de otros y se echa de menos a los ausentes. En donde las almas se unen
en conjunto y donde varios, al fin, no son más que uno.
Han
sido diez días plenos, llenos de felicidad y alegría, en los que todos hemos
aprendido algo. Hemos visto que somos tierra buena, que somos semillas que
daremos fruto, que somos manos que podemos ayudar a aquellos que se encuentran
entre zarzas o en terreno pedregoso. Hemos aprendido que lo sencillo puede
hacerse grande. Que no necesitamos mucho para ser felices. Que la naturaleza es
sublime y los paisajes preciosos. Que con un par de canciones podemos pasarnos
horas y horas riendo y que diez días durmiendo en un saco, puede convertirse en
un paraíso si es con la gente adecuada.
Gracias
por este campamento. Gracias por formar esta gran familia. Recordad que “Tu y
yo=MAD” y que una cosa, no puede ser sin la otra. Que ahora nos toca elegir
nuestra fórmula y aplicar aquello que hemos aprendido. Negaros a pasar de
puntillas por vuestro camino. Dejad huella y dejad claro como somos aquellos
que formamos la familia MAD.
SIEMPRE
en el corazón. Montañeros Amor de Dios.
Pocas cosas quedan por decir cuando una AMIGA lo dice. Simplemente gracias por poner tu granito de arena en hacer estos 6-7 días de campamento de un servidor algo inolvidable, una vez más.
ResponderEliminarUn beso y hoy, a disfrutar.