
“Hay rimas que se reinventan bajo los mismos sombreros y esperamos que a sus oídos les plazcan” decía una voz rota que no podía ser otra que la de Joaquín. Y es que si hablamos de Sabina, no puede ser otro sombrero que un bombín, el mismo que anoche vistió Madrid para recibir al Maestro con más 10.000 brazos abiertos esperando vivir en una misma noche, 500 noches para una crisis.