“Érase una vez un pequeño niño
perdido. Buscaba bajo las piedras y tras su sombra pero nunca se encontraba.
Jugaba con las estrellas y susurraba a las nubes secretos que guardaba el
viento. Preguntaba a las montañas más altas y a los viejos más viejos, pero
nadie le daba respuesta.
Un día
saltaba de planeta en planeta recogiendo sueños cuando tropezó con una lata que
sonaba a cascabel. La cogió y pulsó su cabeza, y una gran llama de color lo
inundó todo y ya el suelo no era suelo ni el cielo cielo, todo era color, el
color era todo. Lo miró y perdió su vista en él. El niño estaba maravillado. De
repente un brillo le hizo cerrar los ojos, y cuando los abrió vio un pequeño
niño frente a él, mirándole.
— ¿Quién
eres? — le preguntó. El pequeño niño sonrió y tocó su mano.— Soy tu sonrisa —
dijo suavemente mientras se convertía en luz y se fundía con su brazo, con su
hombro, con él. El pequeño niño perdido suspiró y miró arriba, sonrió y sintió
al viento decirle algo bonito.
Desde aquel
día el niño sigue saltando de planeta en planeta cazando sueños y dando color a
su camino, y de esta manera se refleja. Se busca.
Se
encuentra.”
Y resulta que aquel niño pequeño perdido se
llamaba Raul Ruiz, más conocido como El niño de las pinturas (o SEX, que es como en ocasiones firma). Nace en Madrid en
1977 , pero su hogar es Granada y vive allí actualmente. El Realejo de Granada
es su lienzo y las paredes están plagadas de sus colores y frases.
Quien haya visto una obra de El niño, ya es
capaz de reconocer las demás. Tiene un estilo claro y definido, y si no hubiese
firma en sus obras, se adivinaría por sus trazos y colores que El niño de las
pinturas ha estado ahí.
Sus obras parecen trozos sacados de sueños
y plasmados con spray en la pared. Son imágenes de rostros, primeros planos, la
infancia, la adolescencia, la vejez… Transmite sensaciones, fusiona colores y completa sus obras con frases reflexivas o
poemas que hacen que el espectador quede
cautivado.
Ha hecho colaboraciones (Ojos de brujo, por
ejemplo) intervenciones internacionales y murales por encargo. Cuadros,
paredes, telas portátiles en bicicletas, (el arte se mueve) patines... para Raúl Ruíz cualquier superficie es buena para
llenarla de color y eliminar el triste gris que cubre las calles.
Una anécdota a la que suele hacer
referencia, muestra la contracción y dilema del arte urbano; El niño de las
pinturas fue galardonado como artista del año sin embargo, a la semana
siguiente recibió una multa de 900 euros por la misma intervención por la que
fue premiado. Premiado y multado por una misma obra, sí. He aquí el doble filo
del graffiti. Belleza y arte VS ilegalidad.
Más fotografías de arte urbano en: http://patriciamunoz.smugmug.com/